La carga mental del emprendedor

La clave para rebajar la carga mental siempre es delegar, lo importante es cómo hacerlo.

Cada vez se habla más sobre lo qué es y lo que significa la carga mental. Yo, como madre, lo vivo en el día a día, y cuando me aparecen publicaciones en las redes sociales sobre este tema, siempre están relacionadas con repartir de verdad las tareas, incluida la carga mental del cuidado de los hijos y del hogar.

El otro día reflexionaba sobre el término y me di cuenta de que, en mi caso, tiene una doble implicación: la carga mental también afecta a los emprendedores. Todo dueño de un negocio, ya sea autónomo o empresario con empleados, tiene siempre en mente muchas tareas y nunca desconecta del todo.

La experiencia del emprendedor puede clasificarse en tres niveles:

  1. «Lo voy llevando»: Nunca desconecta, siempre tiene la sensación de que le falta algo por hacer, pero va avanzando poco a poco con esfuerzo mental. La visión de la meta al final del camino le da fuerzas para seguir, y el cansancio se compensa.
  2. «No sé qué pasa, pero no me cunde»: Si permaneces mucho tiempo en el estado anterior, esta fase llega. No se puede estar al 120% todo el tiempo. Sigues adelante porque la meta sigue allí, pero cada vez se te hace más cuesta arriba. Empiezas a dudar si realmente vale la pena el esfuerzo.
  3. «No llego»: Si no pones freno a ese gasto de energía, esto es lo que ocurre. Se vencen plazos de facturas sin que te des cuenta, se quedan pendientes ideas que podrían hacer crecer tu negocio, y no puedes desarrollarlas con claridad mental. Además, pueden surgir problemas legales o multas por fallos.

En la crianza en pareja, se recomienda repartir la carga mental de verdad: delegar completamente ciertas tareas al otro, de modo que no tengas que pensar en ellas hasta que estén hechas. A menudo, se culpa a un progenitor de no poder delegar, pero también puede haber resistencia a delegar del otro lado, ya sea por desconfianza o por la creencia de que uno mismo debe hacerlo todo.

Esto también se aplica al emprendimiento. Los que más avanzan y no se queman son los que saben delegar. Tu negocio es como tu hijo. Tu equipo no es tu pareja, pero puedes encontrar personas que se acerquen a ese nivel de implicación. Delegar significa confiar totalmente en el otro. De lo contrario, no sirve de nada.

Habrá un periodo de adaptación, no tanto a la tarea como a permitir que el otro la realice a su manera. Pero una vez superado, debes soltar completamente la responsabilidad y dejar de preocuparte, salvo que haya un problema.

Siguiendo con el ejemplo de la crianza, que un progenitor delegue el calendario de vacunas al otro no significa que no le importe, solo que confía en que su compañero o compañera lo hará. Puede preguntar ocasionalmente sobre el tema, pero no está constantemente preocupado porque sabe que hay alguien más pendiente.

¿Qué quiero decir con todo esto? Que para seguir avanzando sin perder energía, acercándote más a esa meta final (a la que nunca se llega del todo), hay que delegar. Va en tu salud física y mental. Emprender, si es lo que has elegido y te gusta tu proyecto, debería ser un camino agradable e incluso divertido.

Se dice que saber delegar es un arte, pero es un arte que se puede trabajar hasta dominar. Lo más importante es encontrar a la persona o personas con las que te sientas cómodo trabajando y delegando de verdad.

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